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Los saberes asociados a la partería comprenden todos los conocimientos que garantizan el acompañamiento a las mujeres y sus familias en todo el proceso que implica la llegada de un nuevo ser humano a este mundo. Este proceso comienza con los adecuados cuidados del cuerpo femenino, incluso desde su primera menstruación, y esto se relaciona con el conocimiento sobre el manejo de los ciclos del cuerpo de la mujer, potenciando, o bien la fertilidad o bien su control. Una vez se alcanza el estado de embarazo, el acompañamiento busca asegurar el camino, brindado todo el apoyo físico, espiritual, emocional tanto a la madre como al bebé durante el periodo de gestación, previniendo las mayores amenazas y peligros.
En la fase del alumbramiento las parteras ponen al servicio de la madre y la nueva vida en camino, todo un saber femenino acumulado durante miles de años, para garantizar que este bebé salga a adelante sin que la madre o el bebé corran el peligro de perder la vida. Durante la fase del puerperio, este saber está dirigido a brindar fortaleza y asistencia a la madre en la lactancia, el cuidado del bebé, así como el de ella misma. Una vez han pasado estas fases que son las más delicadas y las de mayor atención, el acompañamiento es más puntual, pero garantizando que se mantenga siempre un vínculo creado tanto con la madre como con el nuevo ser.
La salvaguardia alrededor de estos saberes busca custodiar toda esta serie de técnicas, cuidados, conocimientos y saberes que se expresan en la botánica, los masajes, el conocimiento sobre el cuerpo, así como en la emocionalidad y espiritualidad femenina y la del bebé. Pero también tiene que ver con el entorno familiar y social.
La práctica de la partería se renueva mediante la transmisión intergeneracional de los conocimientos, especialmente entre mujeres. Existen muy pocos compadrones, por razones obvias. Las portadoras de los conocimientos son personajes que han cumplido un papel esencial en la vida de las comunidades, sirviendo no solo como intermediarias de la vida, del alumbramiento, sino también como agentes de salud integrales, como curanderas y también como consejeras de salud y de familia. Su trabajo se ha realizado de manera importante en las comunidades rurales, pero en los centro urbanos han sido marginalizadas e incluso despreciados sus saberes por parte del sistema de salud oficial.